Es guay dibujar con más gente a la que también le apasiona esto, y más aún si es en el Invernadero de Atocha, pero tener de fondo una melodía que se repite una y otra vez durante la sesión ya no es tan divertido.
También disfruto cuando dibujo esas lineas que salen solas y que casi nunca se corresponden con la realidad, pero que definen formas y permiten que se reconozca el modelo.